Ruido, ruido, ruido. Hoy he vuelto a morder el ascua del silencio antes de mi mediodía. No supe como llenarme los bolsillos de palabras blancas, no pude mantener el alba entre las flores del arduo valle, mas quizá pude ser otra dama en lugar de ser plata...

Pasaba la medianoche cuando agarrada a esa ventana de sueños de niña divertida, miraba la luna fría bostezando, bostezando... Sus manos de muñequita tan dulces como frágiles, tocaban el aire espeso que tanto respiraba, su boca de madrugadas o quizá también...

Era de noche y las almas brotaban de la tierra. Dos pájaros dormidos asomaban sus picos y la luna me arropaba con su cuerpo aún desnudo. Miré al suelo desteñida, como si fuera a tragarme entera y el mundo agonizara por mi boca. No fue un sueño, todavía...

Quería despertar esa mañana y sentirse parte del viento... Miró hacia la ventana con los mismos ojos, sin las mismas manos, con la cara descolorida pidiendo un beso, aunque fuera en la frente, pero no recibió una palabra de mimo. Aquella mañana, la desmimada,...