Poesía de Clara

Mientes cuando dices que todo cambiará... Algunas veces me miras por debajo deslizado, simulado, distraído, lanzando palabras tibias para que no te aprisione con mis verdades. El amor es, por desgracia, un descuido que se marcha si no sabes mantenerlo....

Brillaba el sol sobre la arena del espacio, moviéndola. En su interior, palabras, palabras, palabras. Las recogí para quererlas y minutos después era un poquito más sabia. Amé el reloj con sus agujas de plata y quebré mis dudas sabiendo que tú siempre...

Dando unos pasos me hice sentir... Bailaban las estrellas sobre el agua guiadas por el viento. Sonreí para creerlo y mis ojos brillaron dos veces hasta que el cielo los hizo llorar. Supe entonces, que la noche grabaría su palabra en mi tiempo sin revés....

Ayer me detuve ante la chimenea. Eran las doce y media y mi casita de corcho se deshacía con el fuego. Pasaron dos con dos perros. -De cacería -me dije. Ladraban más los dueños que los animales y yo, cenándome a la luna me provoqué una mueca retorcida...

Hoy quiero hacerte vida entre mis versos tallando tu mirada entre mis manos y no me nace más que la nostalgia sabiendo que te fuiste de mi lado. Mantengo tu sonrisa en mis oídos y el rizo de tu pelo en mis pupilas, mas nunca olvidaré nuestros momentos...

Levantó los brazos hasta el cielo para peinarse de aire y con un suave balanceo danzó elegante hasta el nuevo amanecer. Pasaron días y años y aquellas manos, cortando vientos, besaron el tiempo con el mágico perfume del tamplado atardecer.

Había una vez... un pajarito con las alas muy pequeñas. ¡Pobre pajarito, qué despacio volaba! Un día, cuando intentaba volar llegó un águila imperial. ¡Pobre pajarito! Dijo compadeciéndose. Te ayudaré. El buen águila le prestó unas alas que había robado...

No quiero ser poeta, no quiero, quiero perderme la vida navegando en un pañuelo como si el blanco destilara esencias muertas en el mar de mi propio rezo. Que nadie me llame poeta porque no quiero sentirme viva, ni adornar más lo que siento, ni deseo emocionarme,...

Se despertaron los párpados con los recuerdos y te encontré vestida de niña con las mejillas coloradas por el viento de arabia. Eran las seis de la tarde y los pequeños zapateros recorrían caminitos de falsas piedras y artes rojos con sus negros. Decidí...

Quise volverme ceniza y morirme deletreada como mueren las luces sobre las letras en silencio. Y en el soporte de mi vida, creyéndose derretido macerado y furtivo, sentí morirme de nuevo mientras el eco de mi voz musitaba llantos y dormitaba alientos...